Como dice la canción de Barrio Sésamo, Internet is really, really great y ha cambiado por completo el concepto de caza y captura de información, para bien, y para no tan bien. Y ahora que las generaciones que han nacido, vivido y crecido al lado del ordenador y la red de redes se aproximan a la enseñanza secundaria y a la universitaria, empiezan a verse los primeros síntomas de ello. Sin ir más lejos, los amiguetes Daurmith y Paleo reseñan curiosas peticiones por parte de los estudiantes del siglo veintiuno, que buscan el camino más simple para poder zafarse de las tareas cotidianas del aprendizaje, dejando más o menos claro que la ley del mínimo esfuerzo se transmite genéticamente.
No me interpreten mal: la red es rápida, es cómoda y en la mayoría de las ocasiones tiene los datos que se buscan, aunque más que una biblioteca parezca un inmenso basurero en el que, entre chatarra y chatarra se encuentran cosas útiles. Pero no es la única fuente de trabajo, y cuando se va avanzando en los estudios, una de las primeras cosas que se debe –o debería- aprender / enseñar es a cotejar los datos y a tener varios puntos de referencias, o, por seguir con los símiles, varias fuentes. Sirve para asumir que ningún libro, revista, tocho de apuntes o página en la red debe ser creída como dogma de fe, o lo que es lo mismo, puede estar equivocada. El problema sucede cuando no sólo no se sale de la red para buscar información, sino que además, ni siquiera se lee, utilizando la cómoda función cortar / pegar para convertir el texto de la web en una cosa propia, cascándole la firma. Pura literatura made in Ana Rosa Quintana.
El caso es que, después de diez años dando clases en la Universidad, me he encontrado con los primeros casos de este tipo de trabajo. Todo empezó hace un par de cursos, cuando para subir nota o conseguir esas décimas que restaban para conseguir el ansiado aprobado, acordé con las personas interesadas la realización de trabajos, a guisa de comentarios de contratos y cosas similares. En el tiempo establecido llegaron los textos, y para mi sorpresa, algunos eran de una especialidad, tecnicismo y detalle que difícilmente podía predicarse de estudiantes que llevaban unos pocos meses estudiando y donde la formación jurídica era tangencial. Una miradita a GOOGLE y el original fusilado aparecía, esta vez con el nombre de su verdadero autor. Un pensamiento malévolo por mi parte y, revisados los sucesivos trabajos, la mitad habían salido de sitios, tanto de popularidad manifiesta como El Rincón del Vago como virtualmente desconocidos como... como otros sitios que mejor no mentarlos, que nunca se sabe quien lee, jejejee... En honor a la verdad, tampoco era tan difícil, porque por eso de copiar de prisa y no leer más allá del título, estos singulares y tecnificados copistas me agasajaron con un curso acelerado de Derecho Comparado, dándome material procedente de Argentina, Méjico o Panamá.
En semejante tesitura, la corrección de trabajos se convirtió en una auténtica juerga que luego tenía su continuación en la cara de póquer que se le quedaba al presentador / plagiador cuando se veía pillado in fraganti (reconozco que soy un poco malo, pero ¿Qué puede hacer uno salvo reírse, a la vista del rostro que se gastan algunos feligreses? ¿Enfadarse?) Ahí empiezan las reacciones de todo tipo: desde la explicación inverosímil hasta el honroso reconocimiento de la verdad, pasando por el silencioso mutis. Sin embargo, después de otro curso y, pese a las advertencias de todo tipo para evitar los fusilamientos masivos, siempre hay alguien que corre el riesgo y, además, te sorprende. He aquí un caso verídico, en forma de intercambio de e-milios:
(Los nombres y apellidos han sido borrados y cambiados para la protección de los indecentes implicados en la historia)
FELIGRÉS: hola buenos dias soy alumn(*) suy(*) de primero de (****). Este es mi trabajo y si por favor me podria contestar a esta direccion,y si me da la posibilidad de corregirlo porque no ayegue al aproba comuniquemelo tambien si es tan amable.gracias
SERVIDORA: He recibido el trabajo y lo he leído. Se trata de un resumen bastante bueno de lo que es el contrato de (****). Es una auténtica lástima que alguna mala persona se haya valido de él y te lo haya plagiado. (Aquí pego la URL donde encontré el original). Realmente, esto de la red es el demonio ¿No crees? :)
FELIGRÉS: pedone, que quiere decir que no estoy aprobad(*) porque me hayan copiado un tabajo que he sacado de varios libros y de varias paginas de internet,de derecho??eso no puede ser,me costo basatante porque los contratos de (****) no es un tema muy amplio para comentar.
SERVIDORA: Vayamos por partes: Sin perjuicio de que revisemos el trabajo en vivo y en directo, de entrada te puedo adelantar los dos motivos fundamentales por los que entiendo que el trabajo no está bien:
Por un lado, yo sólo veo, dejando aparte el párrafo introductor, sólo hay una fuente que hayas empleado para el trabajo, que es la de página de apuntes de (*****) y la aportación tiene todo el aspecto de un cortar-pegar de los de toda la vida, porque repites las mismas erratas, las mismas faltas de ortografía y las mismas referencias a otros apuntes.
Por otro, el texto habla de la regulación del contrato de (*****), sí, pero en la República Argentina. Si realmente hubieras usado varias fuentes para el trabajo, te habrías dado cuenta de que no se referían al mismo país.
Como ven, un diálogo que no desentonaría en una película de corte marxista o en algún espectáculo de los Monty Phyton, si hubieran hecho de las suyas en estos tiempos tan malos para la lírica. En conclusión, si antes había que tener cuidado y leer lo que se firmaba, ahora hay que hacer lo propio con lo que se copia. En una semana comienza el nuevo curso. ¿Qué nuevas sorpresas deparará? La respuesta, en nueve meses.
Enviado por lcapote a las 00:20 | 2 Comentarios | Enlace
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