Cajón desastre para hablar y tratar los temas más diversos: Literatura, justicia, videojuegos, tebeos, cine, animación... Se hace lo que se puede para mantener este chiringuito al día.
Un libro que repasa la historia de la radio española entre 1972 y 2002, a través de la figura de un periodista tan polémica como irrepetible. Imprescindible para materias como derechos de la personalidad o historia de la radio.
Recopilación de escritos en torno a los conceptos de ciencia, pseudociencias y sus debates derivados. Altamente recomendable aunque bastante denso en algunos pasajes.
Hoy quería colgar por aquí un nuevo –y genial- vídeo de los amiguetes del Supositorio, pero me he despertado con una noticia que, remitida por la bibliotecaria de Babel ha determinado que, por causas de la actualidad, El baifo borracho en el ojo del guirre quede pospuesto hasta mañana. Hoy toca hablar de ese otro campo de la cultura y las artes que es la música, ya que España se ha despertado sin uno de sus referentes en la materia: El Fary.
José Luis Cantero Rada, El Fary, nació en 1937, en el barrio madrileño de Ventas, y su historia siempre ha despertado simpatía: sin estudios, empezó currando de lo que podía, luego pasó al taxi y, pejeta aquí, pejeta allá, reunió la pasta para sacar un primer disco, que vendió personalmente en el rastro, si hay que hacer caso a lo que cuentan las crónicas de la época. Su éxito vendría con la mítica, irrepetible y sin igual Torito guapo, con la que arrasó en bodas, bautizos, comuniones, verbenas y actuaciones varias, siendo la excepción a una regla que dictaba que en aquellos años, la canción española había de batirse en retirada frente al empuje de la movida. La canción y su autor (pues el Fary componía letra y música de buena parte de sus canciones) son parte de la cultura de este país. Cualquiera puede identificarles y, sólo por la cantidad de chistes y bromas que tienen como protagonista a don José Luis, ya queda claro que se ha ganado un sillón de primera fila en la posteridad.
La cara del Fary (mirando al sol o no, comiendo un limón o no) ha sido santo y seña de los míticos expositores caseteros que todo bar, taberna, tasca de autopista, carretera o andurrial que se precie solía tener (ahora han sido sustituidos por otros que incluyen cedenes y deuvedenes, pero el contenido sigue teniendo la misma, ejem, calidad intrínseca de siempre). Ninguna de sus canciones ha alcanzado el éxito de Torito guapo, salvo quizá, Apatrullando la ciudad, que compuso para la banda sonora de Torrente: El brazo tonto de la ley, ya que el odioso protagonista de la misma era fan convicto y confeso del cantante.
También tuvo ocasión de hacer sus pinitos como actor en la serie Menudo es mi padre, donde volvía a darle a lo del taxi, en una historia de tintes un poco (sin pasarse ¿eh?) autobiográficos. La cosa no era para tirar cohetes pero como diría Tomás el del Hollywood, “se puede ver, gallete”… siempre y cuando te gusten las series familiares de esa guisa. También haría un pequeño cameo en Torrente III: El Protector. En los últimos años, se dedicó a apadrinar a jóvenes talentos (y que viva el eufemismo) como su propio hijo Javi Cantero o la Mélodi (sí, sí, amiguitos: debemos lo del baile del gorila al padre del torito guapo) y a sacar su propio sello discográfico.
Por una vez en la vida, he visto decir algo mínimamente coherente a la actual Ministra de Cultura al hacer un respetuoso panegírico de la figura del Fary. A ver si, de paso, toma recortes de la carrera de este caballero cuando haya que meterle mano al escandaloso proyecto de Ley del Cine, donde se mantiene el régimen de clientelismo con los paniaguados del régimen de siempre. Ojalá aprendieran de este buen señor, que arriesgó sus buenos maravedíes para hacer realidad su sueño.
P. D. Como no podía ser de otra forma, la bazofia telecincuente ha aprovechado la ocasión para sacar algún tipo de rollete familiar del fallecido. Me juego las gafas a que tendremos revoltura de cubo de basura para rato en los espacios habituales. ¡País!