Título: Rurouni Kenshin. La epopeya del guerrero samurai Formato: Serie completa en veintidós volúmenes. Bimestral Autores: (G) (L) (T) (C) Nobuhiro Watsuki Editorial: Shueisha Inc. / Ediciones Glénat Precio: 10 € Comentario: ¡Fuera gorras, damas y caballeros! Con todos ustedes, una de las series más populares de cuantas han llegado, bien en papel, bien en animación, desde la tierra del sol naciente. La historia de la venida de Kenshin a España está salpicada de curiosas anécdotas. A finales de los noventa, parecía que el furor por el tebeo japonés se había apagado en nuestro país. Fuera de Dragon Ball, las distintas iniciativas para publicar series de manga no estaban resultando particularmente halagüeñas, y productos de gran calidad veían truncada su edición por los avatares del mercado. Al mismo tiempo, la división española de la empresa francesa Glénat estaba a punto de cerrar, por causa de los malos resultados comerciales. Como último intento, decidieron tentar a la suerte y publicar el tebeo en el que se basaba un anime –El Guerrero Samurai- que estaba emitiendo Canal Plus en abierto y que gozaba de cierto predicamento entre la afición. Cuando la editorial tuvo en sus manos las cifras de venta del primer número de la colección, descubrió un filón que, a la postre, no sólo la salvaría de la quema, sino que además, marcaría el inicio de una nueva etapa de esplendor del manga en España. Hace casi quince años que Nobuhiro Watsuki contó las aventuras de Kenshin Himura, el guerrero samurai del título. Estamos en la segunda mitad del siglo diecinueve, en pleno período Meiji. Hace diez años que en Japón el emperador vuelve a ostentar el poder efectivo, en tanto que el país se moderniza a marchas forzadas. Atrás quedan los años de período Tokugawa, donde el Shogun (gobernador militar) era quien gobernaba un imperio que llevaba doscientos años largos aislado del resto del mundo. Tras una sangrienta guerra civil, los japoneses curaban sus heridas y descubrían que el nuevo gobierno, llamado de la restauración, no era tampoco el dechado de virtudes y la panacea contra todos los males. La casta de los samurais había sido abolida y la posesión de una espada en público estaba prohibida, por lo que las escuelas de kendo están de capa caída. A una de ellas, la escuela Kamiya llega un vagabundo que porta una extraña katana de filo invertido. Joven, afable y un tanto despistado, el recién llegado dice llamarse Kenshin Himura y manifiesta ser un trotamundos que ha recorrido todo el país ayudando a quien lo necesita. La maestra del dojo, Kaoru Kamiya, lo acoge, sin saber que junto al inocente Kenshin habita otra personalidad, la del Hitokiri Battōsai, el carnicero, el destajador, el legendario asesino que contribuyó al triunfo de los monárquicos y al regreso al poder del emperador. Así arranca una historia en la que asistiremos a los esfuerzos de Himura por dejar atrás definitivamente su pasado como ejecutor, mientras todo el mundo parece recordarle, una y otra vez, que la espada es un instrumento de muerte y que, más tarde o más pronto, volverá a tomar vidas. Ruoruni Kenshin es, con diferencia, la obra más popular de Nobuhiro Watsuki. El tebeo combina una gran dosis de realismo –merced a la magistral recreación del Japón de la época- con las licencias propias de un tebeo cuyos participantes demuestran unas habilidades combativas más propias de los superhéroes yanquis. Mención especial merecen los anacronismos e incongruencias con los que Watsuki salpica el manga, en la forma de prendas, accesorios y emblemas imposibles. Así, siendo conocida la debilidad de don Nobuhiro por la Patrulla-X y por los trabajos de Jim Lee, encontramos en el manga a personajes sospechosamente parecidos a Gambito, Dientes de Sable o Legión (lo que ha hecho que algunos lectores maliciosos se refieran a este tebeo como “Samurai-X”). Sin embargo, también hay homenajes a otros personajes del tebeo yanqui (como el Spawn de Todd McFarlane) o del nipón (como El Puño de la Estrella del Norte o One Piece) en una sucesión de guiños a la afición que, no sólo no resulta molesta sino que además, hace la lectura más grata. Es una auténtica suerte que Glénat, después de exprimir hasta el límite la edición original, se haya descolgado con la publicación de esta versión especial, que cuenta con material inédito y páginas a color, donde el autor profundiza un poco más en la personalidad de Kenshin Himura y en el mundo que le rodea. Representa, además, la ocasión ideal para iniciarse en la lectura del tebeo japonés y, en todo caso, es una obra imprescindible para quienes ya llevan tiempo metidos en ese rico mundo del noveno arte que es el manga.
Enviado por lcapote a las 20:02 | 2 Comentarios | Enlace
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