Título: Los Vengadores. La Visión y la Bruja Escarlata Formato: Tomo recopilatorio en tapa blanda con solapas de la serie Marvel Gold Autores: (G) Bill Mantlo (L) Rick Leonardi (T) Ian Akin y Brian Garvey (C) Bob Sharen Editorial: Marvel Comics / Panini Cómics Precio: 10, 95 € Comentario: Una de las colecciones más recordadas por parte de quienes conocieron los primeros años de Cómics Fórum fue la serie de tomos Extra Superhéroes. Bajo su cabecera vieron la luz miniseries como Lobezno: Honor, Magik, La Patrulla-X y los Micronautas, Hombre Máquina o Los Vengadores Costa Oeste, apuntando una política editorial en la que, por fin, se editaban los tebeos de Marvel en condiciones aceptables. Aquellas recopilaciones y su formato de tomo en tapa blanda supusieron un hallazgo que, curiosamente, se ha convertido en cosa habitual durante unos últimos tiempos en los que la grapa parece batirse en retirada frente al libro, pero no es menester irse por los cerros de Úbeda, sino recordar que una de las miniseries que aparecieron en España de la mano de aquella inolvidable colección fue La Visión y la Bruja Escarlata. La historia del sintezoide y la mutante está vinculada profundamente a la de los Vengadores. En sus páginas apareció el primero (por cortesía de Roy Thomas y John Buscema) y abandonó su condición de villana la segunda (después de que Stan Lee y Jack Kirby demostraran en La Patrulla-X que no la había llamado el Señor por los caminos de las maldades). Su relación marca etapas clásicas de la colección vengativa original: esbozada por Thomas, sería Steve Englehart quien jugara con ella plenamente, haciendo que la pareja pasara por un altar muy singular y convirtiendo al matrimonio en una parte tan esencial del grupo como lo habían sido la Avispa y Henry Pym. Más tarde llegarían las visiones (valga la rebuznancia) de Roger Stern o John Byrne, y hasta una maxiserie con guiones de Englehart y dibujos del denostado Richard Howell, pero este primer volumen tendrá siempre un recuerdo especial, no solamente por ser la primera, sino por poner sobre el tapete una serie de elementos que, a día de hoy, siguen definiendo a los personajes, todo ello de la mano de un equipo creativo cuyos integrantes deberían ser reivindicados más a menudo. El escritor responsable de la historia no es otro que Bill Mantlo, uno de esos guionistas que jamás pasó a la historia por su condición de autor de primera línea, pero que fue un trabajador competente, notable en no pocas ocasiones, que vivió a la sombra de plumas más ilustres como las de Claremont o Byrne y que cuenta con un prolífico currículum que, desgraciadamente, se vio truncado por trágico accidente que lo condenó en 1992 a la invalidez. El dibujante era un primerizo Rick Leonardi, que luego se haría célebre como artista comodín en las series mutantes, y que aquí aún está un poco lejos del nivel que demostraría en colecciones como Spider-Man 2099. Sus lápices se verían complementados por la labor de Akin y Garvey, dos ilustres entintadores que luego pasarían una larga temporada poniendo los brillos a la armadura del Hombre de Hierro (en aquellos días en los que Dennis O´Neill y Luke McDonnell contaban las historias en las que Tony Stark le daba al morapio cosa mala). La miniserie recoge buena parte de las piezas que durante los quince años anteriores se habían ido desgranando en torno a la parejita, principalmente en Los Vengadores. Mantlo los presenta como una pareja recién mudada a su nueva casa, donde pretenden llevar una vida normal, alejada del mundo de los superhéroes. Su decisión es reflejo de la situación que tenían como personajes, la cual, al contrario de lo que acontecía con los héroes más populares, se hallaba completamente carente de cualquier identidad civil. Así como Peter Parker es tan fácilmente identificable como Spider-Man, la Visión y la Bruja Escarlata solamente estaban definidos cada uno por su respectivo nom de guerre. Ella, al menos, tenía un nombre propio, Wanda Frank / Maximoff / Lensherr (márquese el que proceda), pero él, un ser mecánico, ni siquiera eso. Una mutante y un androide deciden vivir como personas normales, un punto de partida cuando menos sugerente, que habría de dar mucho juego en historias posteriores. Sin embargo, en lugar de avanzar por esa línea, don Bill vuelve a los pijamas y a lo largo de cuatro números juega con la historia de los personajes para que cualquier lector despistado pueda entender de qué va la cosa. Hay un episodio dedicado a la magia, otro al complicado árbol genealógico de Pietro y Wanda (donde se retoman las revelaciones llevadas a cabo en Los Vengadores), otro a la relación fraterna –y no necesariamente fraternal- entre la Visión, el Hombre Maravilla y el Segador y, por último, un encuentro con Mercurio, Crystal y los Inhumanos, donde hará su aparición la némesis de la Patrulla-X, Magneto. La Visión y la Bruja Escarlata permite revisar y recordar (sobre todo a quienes fueron / fuimos lectores primerizos en aquellos años ochenta del siglo pasado) cuál era el estatus de estos personajes y, por extensión, de vengativos y mutantes, hace un cuarto de siglo. Además, permite identificar datos, ideas y relaciones entre personajes que siguen estando vigentes veinticinco años después, y que incluso han dado pie a historias relativamente recientes (como Dinastía de M). Puede que todo cuanto se cuente en este tomo existiera ya previamente, esbozado aquí y allá en rincones sueltos del universo marveliano, pero el mérito de Mantlo fue el de poner todas las piezas en su sitio y elaborar algo con lo que autores posteriores jugaran a su vez. Los lectores veteranos quizá sientan una cierta nostalgia al ver la versión arquetípica de dos personajes que actualmente no tienen mucho que ver con lo que fueron, y los más novatos quizá se sientan un poco desubicados precisamente por tanto cambio, pero en todo caso, merece la pena acercarse al trabajo de un guionista que merece un reconocimiento mayor y de un dibujante al que se echa no pocas veces en falta. Lee la reseña en Zona Negativa.
Enviado por lcapote a las 19:29 | 0 Comentarios | Enlace
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