Tal día como ayer, un dieciséis de octubre, pero de 1990, pisaba por primera vez las aulas de la Facultad de Derecho. Veinte años después, no me da la sensación de que el tiempo haya pasado en un suspiro, porque han sido dos décadas donde no he tenido espacio alguno para el aburrimiento, pero siempre está bien echar una mirada atrás antes de seguir caminando en el único sentido que la vida nos depara. Difícilmente podía pensar aquel día que los derroteros posteriores habrían de llevarme a estar en el mismo lugar durante un tiempo que ya supera la mitad de mi vida, pero el viaje ha merecido la pena, y lo mejor de todo es que aún no ha concluido. Diez años más tarde, ya llevaba cinco embarcado en la tesis doctoral, cuatro dando clase y dos como contratado. Una de las experiencias más gratificantes de mi vida universitaria fue, ha sido y es colaborar en Radio Campus. Una de las tareas fijas de aquellos comienzos de curso era la cobertura que se hacía del Campus Rock, un evento que, justo hasta 2000, se venía haciendo en el campus central de la Universidad de La Laguna. Gracias a ello existía la oportunidad de conocer a los artistas que participaban y así ver –y oír- de cerca a grupos cuya música me había acompañado desde tiempo atrás como Seguridad Social, Danza Invisible o Celtas Cortos. Estos últimos eran el grupo estrella de la edición de 2000 y cuando una constante llovizna sobre un escenario descubierto determinó la suspensión de su actuación, se armó la marimorena. Las múltiples versiones de la historia concluyeron en un fiasco que determinó que la institución académica no albergara las ediciones posteriores de un concierto que cada vez tiene menos de rockero y que desde 2003 forma parte oficiosa de las Fiestas del Cristo laguneras. Evoco esta anécdota porque el pasado viernes se celebró la cuarta edición de FICULL, un evento organizado por grupos claustrales y por la propia Universidad, y por lo visto el exceso de afluencia provocó también una situación un tanto confusa, donde también han surgido múltiples versiones que incluyen conceptos tan curiosos como “macrobotellón” (lo cita cierto diario que por sus tendencias fascistoides no voy a publicitar, pero ustedes se imaginan), masificación o visita de las fuerzas del orden. Ahora como entonces, es curioso comprobar que personas que asistieron al mismo evento cuentan historias diferentes que van desde lo anecdótico a lo pre-apocalíptico. Hay cosas que nunca cambian. Al final, el día dieciséis de octubre no hizo que me sintiera veinte años más viejos pero sí, al menos, diez años más joven.
Enviado por lcapote a las 18:17 | 5 Comentarios | Enlace
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