Hoy es uno de esos días en los que no está quien escribe para grandes alegrías. Pese a la pérdida de medio millón de votos (un desgaste brutal para cien días de Gobierno), el Presidente Rajoy ha lanzado unos presupuestos donde se ceba en cuestiones como la educación, la sanidad o la ciencia (dejando casi intactas necesidades tan “básicas” como la Casa Real). Unas cuentas que siguen el dictado de un modelo de Unión Europea bien decidido a destruir el Estado del bienestar y que siguen el penoso modelo británico, bien infectado por el repugnante ideario económico del Thatcherismo. Agárrense, que vienen curvas: a las Universidades se les seguirá exigiendo calidad investigadora después cortarle el grifo; a la ciudadanía se le seguirá contando la mentira de que se vivió por encima de las posibilidades y el sector financiero seguirá intacto (y amnistiado fiscalmente). Da gusto ¿no? También se anuncia que ha muerto don Antonio Mingote, genio y figura de los humoristas gráficos españoles y último integrante de una generación que hizo reír de forma elegante, con personas como Tip y Coll, Jordi Estadella, Chumi Chúmez, Manolo Summers (éste era bastante malhablado, eso sí) o Forges (que ya tiene setenta años y que se nos queda solo en la cima). Uno podría estar en desacuerdo con el ideario que tenían unos y otros, pero la profesionalidad y el buen hacer son innegables. Entre tanto despropósito y mala noticia, un pequeño detalle de los que te reconcilian con la humanidad. Andaba yo ayer en el Tajo Británico en la cola de la estafeta de Correos y, acostumbrado a lo de “póngase detrás de la raya” no me fijé en el detalle de que había un cacharrete para coger turno (modelo charcutería, para entendernos). Dos personas que se percataron de la situación me cambiaron el número por los suyos, al ver que yo llevaba más tiempo esperando. Detalle raro por lo inhabitual, sorprendente por lo grato y digno de propagarse.
Enviado por lcapote a las 14:27 | 0 Comentarios | Enlace
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