Para publicar la entrada en condiciones estuve buscando datos aquí y allá en la Red. Paseando por la Wikipedia (útil para consultas rápidas) encontré esta reflexión de Ann Druyan (corresponsable de Cosmos junto a Soter y Sagan, amén de tercera esposa y viuda de este último) en torno a la posibilidad de una vida después de la muerte: En inglés: When my husband died, because he was so famous and known for not being a believer, many people would come up to me —it still sometimes happens— and ask me if Carl changed at the end and converted to a belief in an afterlife. They also frequently ask me if I think I will see him again. Carl faced his death with unflagging courage and never sought refuge in illusions. The tragedy was that we knew we would never see each other again. I don't ever expect to be reunited with Carl. En español: Cuando mi marido murió, debido a que era muy famoso y conocido por no ser creyente, mucha gente se acercaba a mí —todavía sucede— y me preguntaban si Carl cambió y creyó en la vida después de la muerte en sus últimos momentos. También me suelen preguntar si pienso que lo volveré a ver de nuevo. Carl afrontó su muerte con entereza y nunca se refugió en ilusiones. La tragedia fue que los dos sabiamos que no nos volveriamos a ver. No espero volver a reunirme con Carl. Contaba Richard Dawkins en el prólogo de su obra Destejiendo el arco iris que aquellas de sus obras donde paseaba su ateísmo militante habían causado reacciones de desesperación entre muchos de sus lectores, que afirmaban que al argumentar de forma tan demoledora contra la existencia de Dios y de todas las creencias que hablaban de una segunda vida en la que se derrota a la muerte, les había arrebatado la esperanza. Su respuesta era que su intención no era sumir a nadie en la desesperación sino liberarle de las cadenas de unas creencias en un futurible que parecía imponerse al presente. No son pocas las ocasiones en las que la promesa de una vida eterna se plantea como argumento para sobrellevar las penalidades en la existencia presente. Es la idea o el ideal del premio por un comportamiento recto, pero también trae consigo el reverso de un conformismo que evite alcanzar o, al menos, luchar por ese ideal aquí y ahora. No sabemos qué es lo que pasará mañana, pues seguro en esta vida no hay nada más que la muerte (y los impuestos, salvo que llegue una amnistía fiscal) así que las cosas que se hagan han de hacerse aquí y ahora. Hay que luchar para cambiar aquello que no funciona (que como puede verse, es mucho); no hay que esperar a la hipotética recompensa en el más allá sino que hay que pelear por la dignidad en el más acá. No sabemos qué pasará mañana pero al menos habremos hecho lo correcto, y siempre es mejor arrepentirse por lo que se intentó que por aquello a lo que no nos atrevimos.
Enviado por lcapote a las 13:53 | 6 Comentarios | Enlace
|