Título: Miedo encarnado Formato: Serie limitada de siete números en formato comic-book Autores: (G) Matt Fraction (L) Stuart Immonen (T) Wade Von Grawbadger (C) (P) Laura Martin Editorial: Marvel Comics / Panini Comics Precio: 3,25 euros (primer número) 1,95 (los restantes) Comentario: Ya tenemos por aquí el nuevo cruce marveliano, profusamente reseñado en esta página a través de los diarios del miedo del amigo David Gavilán. Parece que fue ayer cuando el caballero glosaba los pormenores de Fear itself, y realmente lo fue, a la vista de la menguante separación entre las ediciones estadounidense y española. Qué tiempos aquéllos en los que una serie podía llevar un desfase de años, pero estoy divagando. Miedo encarnado empezó siendo una aventura para que el Capitán América y Thor explotaran su presencia en la gran pantalla durante el pasado año 2011, y ha acabado convirtiéndose en el enésimo cruce global de la casa de las ideas. Después de unos años de aventuras más reducidas en cuanto a implicaciones, volvemos a la mecánica modelo Invasión secreta o Actos de venganza, para que todo el que es alguien en el mundo marveliano y unos cuantos donnadies hagan acto de presencia y tengamos, al final del reparto de galletas, un nuevo orden de cosas, que últimamente no dan ocasión ni de que el polvo se asiente en las repisas. El punto de partida se presenta en torno a la situación de miedo que parece atenazar a la población de todo el mundo, y que se concreta en el primer episodio de la historia con un altercado que Steve Rogers, nuevo jefazo de los empijamados yanquis, es incapaz de domeñar. Los editores de Marvel querían jugar un poco con la situación actual de un mundo que mira al futuro con el pavor que imprime una crisis económica global y el incierto final de la misma en cuanto al cuando y al como. Pero no se preocupen o no se alegren anticipadamente: esto es un tebeo de gente en pijama que va resolviendo problemas a base del reparto continuado de formas, así que la situación viene relacionada, como causa y como efecto, con las últimas andanzas de Pecado, la hija de Cráneo Rojo. La vástago del difunto jerarca nazi se ha embarcado en una búsqueda que la lleva hasta una instalación de la sociedad Thule, un grupo de pirados antisemitas, anticomunistas y pirados aficionados al ocultismo. Los integrantes de tan singular jarca custodian un cachivache muy particular: un martillo. Mientras tanto, Odín ha decidido que ya está bien de vacacionar en la Tierra y ha dado la orden de retornar a la sede tradicional de Asgard, aunque para ello deba dar una paliza a su hijo Thor y llevarle a rastras de vuelta al hogar ancestral. La serie sigue la dinámica habitual en los últimos tiempos de volver todo del revés para luego alcanzar un desenlace donde hay, pretendidamente, cambios sustanciales en base a los cuales tirará durante todo un año (más o menos) el chiringuito. En el caso que nos ocupa, ya sabemos cuál es el destino de algunos de los personajes y qué es lo que va a pasar con ellos, así que solamente queda sentarse y disfrutar del paseo, en especial del gran trabajo desarrollado por Stuart Immonen. A la parte del guión se encuentra Matt Fraction, que actualmente se encarga de contar las aventuras de Iron Man y de Thor y que aquí tiene ocasión de presentarnos al Odín recientemente recuperado en la serie de aquel último. El padre de todos (cuyo regreso, después de una década, muchos entendíamos innecesarios) se asemeja más a la deidad intrigante y despiadada de la mitología que a la imagen de “papanué” sabio, de mal genio pero buen corazón a la que nos tenía acostumbrados el filtro marvelita. Parece ser que no era oro todo lo que relucía y que su patriarcado estaba construido sobre una gran mentira, pero siendo éste el enésimo giro de tuerca al pasado de los dioses normandos made-in-Marvel, habrá que ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Fraction aprovecha la conocida “colgadera” que la piara nacionalsocialista tenía por los mitos que fomentaran la supremacía de la raza aria (y concretada en las descacharrantes búsquedas promovidas por Heinrich Himmler y su ridícula y siniestra Ahnenerbe) para profundizar en una relación que ya se destapado en las películas del Capi y de Thor: la existente entre el mundo de los dioses nórdicos y la alta jerarquía del III Reich. Prepárense pues para ver a los coloridos nazis creados por Stan Lee y Jack Kirby pasados por el tamiz de la modernidad y la actualización. No es la primera vez que vemos algo de esto, pues ya Roy Thomas jugó con esa idea en el pasado lejano, en tanto que Jonathan Hickman lo ha hecho más recientemente en Ultimate Thor. La parroquia marveliana habitual ya sabe que Miedo encarnado va a ocupar gran parte de los argumentos de los tebeos de la editorial yanqui, con especial atención, como viene siendo habitual, a la franquicia vengadora, actual piedra angular del negocio. Quienes no gusten de este tipo de “esclavitudes” ya se pueden ir resignando y disfrutar, repito, del gran trabajo de don Stuart, que se supera día a día. Para saber más: Los diarios del miedo, de David Gavilán Reseña publicada originalmente en Zona Negativa el 23 de enero de 2012.
Enviado por lcapote a las 13:57 | 0 Comentarios | Enlace
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