Título: Los Vengadores ¡Yo quiero ser un vengador! Formato: Tomo de 224 páginas de la línea Marvel Gold Autores: (G) Roger Stern (L) Al Milgrom, Bob Budiansky (T) Joe Sinnot, Josef Rubinstein, Brett Breeding, Andy Mushinsky (C) Christie Scheele, Carl Gafford, Julianna Ferriter (P) Al Milgrom Editorial: Marvel Comics / Panini Comics Precio: 21,95 euros Comentario: Nueva entrega de la memorable etapa vengativa rescatada directamente desde los años ochenta y etiquetada en esta ocasión con un subtítulo notablemente «antoniomolinesco». El cuarto tomo recopilatorio de las aventuras de los Vengadores escritas por el guionista Roger Stern sigue contando con la presencia del dibujante Allen Milgrom y su indescriptible estilo, con la colaboración puntual de otro ilustre desaparecido de la primera línea marveliana, Bob Budiansky. Junto a ellos encontramos igualmente el elenco habitual de entintadores que van desde el clásico Joe Sinnot a los notablemente competentes Brett Breeding y Josef Rubinstein. Con ellos, don Roger, ya plenamente asentado a los mandos de la nave vengativa, irá plantando las semillas para una etapa larga y plagada de desafíos. Esta cuarta entrega comienza presentando a una Visión aún convaleciente del enfrentamiento con las artimañas de Annihilus que Stern y Byrne relataron desde distintas perspectivas en las colecciones vengativa y fantasiosa. La Bruja Escarlata se ha reincorporado plenamente, a la espera de que su esposo pueda recuperarse de su situación de coma. Un enfrentamiento con el Mago servirá para que veamos cómo Starfox (o Zorro Estelar, como se le conoce en esta edición) siga paseando sus habilidades y su forma de ejercer las funciones como miembro del equipo de modo y manera un tanto aventureros. Eros está allí para divertirse y el encargo de funciones burocráticas o de vigilancia es peor para él que cualquier misión, por peligrosa que pueda resultar. A continuación, nos encontramos con dos aventuras que solamente podrían definirse, viéndolas con perspectiva, como paradójicas. Para empezar, la mansión recibe la visita de Spider-Man que, después de mucho pensar, ha decidido aceptar la oferta de Thor y unirse al grupo, en parte por el prestigio y en parte por la pasta. La alineación, para su desgracia (la suerte de Parker, no lo olvidemos) ya está cerrada y la Avispa le plantea la posibilidad de unirse en pruebas, pero Raymond Sikorski, el nuevo enlace con el Gobierno, lo veta en base a unos argumentos tan peregrinos como los que años más tarde presentó Bendis para que el trepamuros no pudiera cobrar su asignación como vengador en activo. Años más tarde y tras una nueva intentona planteada por Byrne y desactivada por Fabian Nicieza, sería don Brian el que incorporara a Spidey al grupo y el que lo mantendría como fijo en dos de los tres o cuatro equipos vengativos durante casi diez años, pero no adelantemos acontecimientos. Otro héroe arácnido requiere de la ayuda del equipo: Jessica Drew, Spider-Woman, agoniza, víctima del ataque de su enemiga Morgana LeFey. Tigra, que en ese momento está fuera del equipo, recabará la ayuda necesaria y la Avispa tendrá ocasión de reencontrarse con su exmarido, Henry Pym, por primera vez desde que éste abandonara el equipo y los pijamas. El doctor en Bioquímica hará equipo con otro doctor, Stephen Extraño (que en esos tiempos contaba con una colección también escrita por Stern) salvando ambos la vida de Jessica, pero a costa de sus poderes. La colección de la dama arácnida estaba finiquitada, pero eso no sería inconveniente para que años más tarde Claremont la recuperara para la colección de Lobezno y Bendis, bastante después, la haya convertido en una de sus vengadores preferidas. Cuando don Roger hace decir a Pym que “se ha acabado lo de lanzar rayos venenosos y pegarse a las paredes”, el lector veterano solo puede esbozar una amplia e irónica sonrisa. La recuperación de la Visión coincide con la llegada de Ojo de Halcón en compañía de su flamante esposa, Pájaro Burlón y con el retorno de Thor que, por gentileza de Odín (y de Walter Simonson) ha perdido su identidad de Donald Blake. Reencuentros y alegrías se truncan rápidamente cuanto una parte del equipo desaparece en dirección a Battleworld, el mundo fabricado por el Todopoderoso para que héroes y villanos se partan los piños en Secret Wars. Con la Avispa entre los vengadores perdidos, es la Visión quien asume una presidencia que, al regreso de Janet, acaba manteniendo. El sintezoide desarrolla una política de corte proactivo que consiste en ganarse la confianza de un público que pone muy buena cara ante un robotijo casado con una mutante, ampliar el equipo creando una división en la costa oeste estadounidense y preparando a la parroquia para una nueva amenaza: los espectros o fantasmas espaciales. Estos simpáticos bichejos recibieron palizas de manos de todo personajes marveliano que se preciara, pero sobre todo se las verán con Rom, el caballero espacial que salió de las jugueterías para protagonizar una larga serie, gentileza y cortesía de Bill Mantlo y Sal Buscema. Como curiosidad final queda la reseña del episodio dedicado al mes de los editores asistentes, donde una alineación circunstancial de vengadores ayudó a Simon Williams, el Hombre Maravilla, a promocionar su titubeante carrera actoral en el programa de David Letterman. Reservistas varios dieron su apoyo en un espacio televisivo en el que Fabian Stancowicz, el tecnofriqui que había intentado reventar la reunión de reclutamiento orquestada por la Avispa en el pasado, recibía una nueva somanta de palos. Tiempo después, Mark Gruenwald le recuperaría para convertirle en uno más del equipo de apoyo del Capitán América y de los propios Vengadores pero ésa es otra historia. Reseña publicada originalmente en Zona Negativa el 13 de marzo de 2012.
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